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De la Nada al Éxito Espiritual: la vida como legado de fe y servicio

De la Nada al Éxito Espiritual, es una obra autobiográfica de María Elena Letona Simmons, un testimonio conmovedor que nos invita a mirar la vida desde la resiliencia, la compasión y la esperanza.

La autora, nacida en Escuintla en 1949 y criada en Antigua Guatemala, comparte en estas páginas una historia marcada por el dolor y las adversidades, pero también iluminada por la fe, el servicio y el amor al prójimo. Su trayectoria como enfermera anestesista y posteriormente como fundadora de la Asociación para la Salud y el Desarrollo (ASSADE) se entrelaza con vivencias personales que revelan la fuerza de una mujer que nunca se rindió.

A lo largo de sus capítulos, Letona Simmons abre el corazón para narrar la pérdida de su padre en la infancia, la violencia doméstica, la dureza de criar a sus hijos en medio de la escasez y, al mismo tiempo, la transformación de ese dolor en una vocación de servicio. Con una prosa honesta y profundamente humana, la autora recuerda que el verdadero éxito no se mide en bienes materiales, sino en la capacidad de servir con dignidad y dejar huella en los demás.

El libro también honra la memoria de su hermano, Otto Raúl Letona Simmons, cuya entrega por los más necesitados se convirtió en inspiración para continuar la lucha desde otra trinchera: la salud comunitaria. Con ASSADE, María Elena ha brindado atención digna y empática a miles de personas en San Andrés Itzapa y otras comunidades rurales, reafirmando que la solidaridad puede transformar realidades.

De la Nada al Éxito Espiritual es más que una autobiografía: es un legado escrito con la tinta de la vida misma. Nos recuerda que todos somos capaces de levantarnos una y otra vez, que la fe es un motor inagotable y que el amor al prójimo es el camino hacia un éxito que trasciende.

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Sanar también se escribe a mano

Desde el primer trazo hasta la última página, De la Jaula a la Libertad no es solo un journal: es un puente entre el dolor y la esperanza, entre la confusión emocional y la claridad del alma. En este nuevo lanzamiento de Editorial Libélula, la psicóloga clínica y consejera social Priscila Lemus nos invita a un viaje de introspección guiado por herramientas reales y cercanas para quienes buscan reencontrarse consigo mismos.

Con una trayectoria profesional profundamente comprometida con el acompañamiento humano, Priscila ha dedicado años a iluminar procesos personales desde la empatía, la autenticidad y la escucha activa. Este journal reúne toda esa experiencia en un formato accesible y amoroso que invita al lector a reconectar con su historia, sanar heridas invisibles y cultivar una vida con sentido.

En sus páginas, el lector encontrará ejercicios prácticos que ayudan a:

  • Reinterpretar pensamientos irracionales.
  • Gestionar emociones como la ira, el estrés o la ansiedad.
  • Construir una autoestima saludable.
  • Sanar el diálogo interno heredado desde la infancia.
  • Reconocer los propios derechos asertivos.
  • Cultivar hábitos de bienestar emocional y mental.

Además, el libro contiene secciones dedicadas a la relajación, técnicas de distracción sanas, y preguntas de anclaje que nos regresan amorosamente al presente.

«Todo lo que somos, todo lo que pensamos y sentimos tiene una influencia psicológica en nuestra vida», nos recuerda la autora. Esta frase resume el espíritu del journal: un llamado a mirar hacia adentro y tomar las riendas de nuestro bienestar emocional con compasión y conciencia.

En Editorial Libélula creemos en el poder transformador de los libros. Y este, sin duda, es una herramienta que cambia vidas.

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Miriam de Rivera: Educar con amor, soñar con colores

En el corazón de una aula guatemalteca, entre lápices de colores y voces infantiles que aprenden a leer el mundo, nació una historia única: La Gotita y la Fábrica de Colores. Su autora, Miriam de Rivera, es una maestra apasionada por enseñar desde el amor, la creatividad y la ternura. Egresada en 1994 de la Normal de Maestras para Párvulos “Dr. Alfredo Carrillo Ramírez”, lleva décadas sembrando valores y despertando la imaginación en cada niño que pasa por su aula.

Maestra de vocación, esposa y madre de tres hijos, Miriam encuentra en su familia el motor de su vida y en la educación su más profunda misión. Desde muy joven, le gustó escuchar y contar historias, descubriendo que, al narrarlas, se creaban vínculos únicos con los niños y niñas, quienes al escucharla, abrían su mente a mundos nuevos, mágicos y coloridos.

Así nació La Gotita y la Fábrica de Colores, una historia pensada para inspirar a sus alumnos en el aula. El cuento surgió como una forma de trabajar los colores —tema fundamental en la educación inicial— de manera distinta, más vivencial y emocional. Gotita Roja y sus amigas no solo enseñan los colores primarios y sus combinaciones, sino que invitan a reflexionar sobre la amistad, la empatía y la alegría de ser diferentes pero complementarios.

Cada personaje es un color con vida, con una personalidad única que cautiva a los pequeños lectores. La historia no solo entretiene: educa, acompaña y genera momentos de conversación y juego entre docentes, padres e hijos.

Miriam de Rivera demuestra que la literatura infantil puede ser una poderosa herramienta pedagógica, y que no se necesita más que sensibilidad, amor y observación para crear historias que dejen huella. En un tiempo donde los niños están expuestos a estímulos digitales constantes, esta historia escrita a mano y con el corazón, los invita a detenerse, imaginar, reír y soñar.

Hoy, La Gotita y la Fábrica de Colores no solo es un cuento para sus alumnos, sino un regalo para todos los niños que aún creen que cada gota de color puede transformar el mundo.

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Un amor como el de papá

Hace algunos meses, conocí a una mujer extraordinaria: ilustradora, escritora, deportista y madre, Mary Daggett. Ella, con sus múltiples cualidades y talentos, llenó un vacío en mi corazón que desconocía. Desde niña, la pérdida del amor de mi padre había dejado un hueco que ya no recordaba cómo llenar, pues apenas conservo el recuerdo de verlo amar a mi madre.

Al pasar las páginas del nuevo cuento de Mary, me envolvió un recuerdo vívido: ese amor paternal que se refleja tan profundamente en los ojos de las hijas. Un amor auténtico, único, admirable, que se convierte en una aspiración, un faro en la búsqueda de los hombres que nos amarán algún día.

Treinta años después, «Like My Daddy» despertó en mí esa nostalgia y me reveló que este amor no se había perdido, sino que había encontrado una nueva forma en el amor de mis hijos hacia mí. Ese mismo amor, con su ternura, devoción y perpetuidad, ahora fluía a través de ellos, transformando mi comprensión de lo eterno.

La pluma de Mary, con su rítmica narrativa y sus ilustraciones expresivas, ha creado una obra maestra. Este cuento no solo embellece nuestras estanterías, sino que también toca profundamente el alma.

Estoy convencida de que todas las mujeres que lo lean se verán reflejadas en sus páginas, ya sea evocando el amor hacia sus padres o sintiendo el amor de sus hijos hacia ellas. Así, Mary Daggett no solo cuenta una historia, sino que teje un puente entre generaciones, donde el amor, en todas sus formas, siempre encuentra su camino.

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Ojos Azules

Cuando veo tus ojos veo el horizonte 
Disminuirse, los océanos hundirse,
Revivir la Venus de Milo, sin partirse
No sé si irme o quedarme dentro de ti
Pero quedarme de alguna forma sin herirte
¿Como unirme sin despedirme
Porque de algún modo vamos a morir
Antes de reescribir la historia?
Amore mío, así es la vida
La utopía se hizo para caminar
Aquí en la ciudad o en el monte
Donde quieras soñar, si…
Siempre verás el horizonte

El mundo avanza dando tumbos
Y de vez en cuando me besa los pasos
Pero yo solo quiero llegar a tus brazos
Aunque sean escasos los segundos,
Los momentos para soñar despiertos
Los sentimientos florecen en nuestros cuerpos,

Nunca me mentí, por eso escribí de ti,
eres mi verso infinito, mi paraíso perdido,
lo que la memoria deforma para hacer perfecto el olvido
quiero un “Para siempre”
aunque sea finito el ser
y sin sentido e inerte
El querer
tus ojos son un verso perdido
en las paralelas de Borges
Nada está escrito aunque lo forjes
Cuando se habla de amar nos vuelve torpes
La idea de querernos sin poseernos
El lado oscuro del corazón y sus bordes
Son nuestras directrices de multiversos
Porque siempre es hoy en nuestros tiempos

Verso en reverso, verbo muerto, en movimiento
solo sé que es cierto si lo siento
No me guío por lo que veo ni el ego
que el amor es ciego
ya lo dijo cancerbero
Porque te puedo querer hoy
mañana y siempre
Como yo te quiero
Porque te puedo perder hoy
Mañana y siempre
Para ser sinceros
Porque puede morir en un instante
sin despedirme como diciembre y enero
Y aún así te quiero, incesante
Porque somos amigos y amantes
Porque nos casamos sin papeles
Porque no me cansé de quereres
Porque te pienso cuando escribo esto
Aunque no me lees…

Chantal Marie Vides
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Veinticinco Años de Soledad:

Mi fascinación por las letras empezó en el estudio de mi papá, uno lleno de libros de todo tipo y en la esquina, la icónica máquina de escribir donde él pintaba letras con aquella tinta vieja. Cuentos, cartas de amor a mi mamá, poemas a sus hijas, críticas al gobierno; todos estos fantasmas quedaron en ella. Y su sonido peculiar acompañó las noches cuando su ausencia llenó mi vida. 

En una de esas libreras de cedro viejo, con el característico olor a madera entre las páginas amarillentas, encontré un pequeño libro de portada café. En letras doradas leí: “Cien Años de Soledad”. Sola como me sentía, pensé que el destino quería que leyera ese libro, sin imaginar al mundo que estaba por entrar con tan solo doce años de edad.

Debo aclarar que esta crítica no la estoy haciendo con los ojos de esa niña perdida y medio huérfana, sino la hago desde mi quinta vez leyendo esta magnífica obra, mi favorita y con un poco de experiencia literaria.

Gabriel García Márquez es el autor del libro que menciono, que quizás ni es necesario aclarar y cuando catalogo este texto como crítica, no quiero que usted, querido lector, piense que voy a desvelar algo negativo de esta novela, al contrario, quiero resaltar lo positivo. Del autor, un exponente del realismo mágico, no me queda más que exponer mi admiración; un hombre con una habilidad para las palabras e imaginación, como ningún otro. Este Nobel ha sido uno de mis autores favoritos y ha sido la inspiración de muchos textos míos, desde hace veinticinco años cuando lo encontré en la biblioteca que me heredó mi padre. 

De “Cien Años de Soledad” considero que debería de agregarse una advertencia al principio: “De empezar a leer, usted no querrá regresar a su mundo real”. Porque ese es exactamente el efecto que tienen estas páginas en manos del lector. Uno inicia con “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Y luego, envuelto entre esas mariposas amarillas, llega al final en un parpadeo “(…) porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”. Entre ambas oraciones, uno vive en Macondo, con su calor infernal, oliendo el campamento de los gitanos, hamacándose en los corredores llenos de vegetación, murmullos y secretos de la casa de los Buendía. 

 Y es que el Gabo nos va presentando con lujo de detalles escenarios, personajes, situaciones, que meten al autor en una vida que bien pudiera ser real; y en esa confusión, uno vive atormentado por los problemas de esta numerosa familia y la dificultad de dejar responsabilidades para continuar con la nariz perdida en esas palabras. Esa imaginación tan característica del autor colombiano nos lleva a un mundo mágico, inventado por él para nosotros los lectores; palabras que nacen de su imaginación, que él ha logrado reunir en una obra maestra.

Sola, como los personajes de esta novela, he leído este libro con admiración. Con el deseo de algún día poder escribir algo similar, que mis lectores no quieran salir de esas páginas llenas de todo aquello que el Gabo nos da, sin que nosotros supiéramos que lo necesitábamos. Pero ahora que ya lo hemos leído, no podemos dejar de hacerlo… 

La complejidad de la lectura no limita la fluidez de la historia, con un buen árbol genealógico en mano, uno puede llegar al final sin perderse de la descendencia de esta familia a la que nos introduce el autor y que nos adopta como uno de ellos. Entre historias magníficas, el Gabo nos va encariñando con personajes y lugares, para después darnos un giro y movernos los pies de esa tierra irreal que todos queremos conocer. 

Es un libro que yo recomiendo leer varias veces en la vida, porque en cada etapa encontramos un mensaje diferente, el cual no se lo revelaré, sino que dejaré que usted, querido lector, lo investigue a lo largo de su vida, mientras recorre las calles lodosas de Macondo. 

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Antología de Cuentos

Nada tan promisorio como un libro nuevo; y si es de cuentos, mejor; y si es de cuentos escritos por gente nueva, mucho mejor. Toda una revelación.

Al hablar de gente nueva debo aclarar que me estoy refiriendo a gente que, o nunca ha publicado nada, o lo ha hecho muy poco.

Desde hace ya varios años he servido Talleres de Creación y de Redacción. Y han sido tantas las personas a quienes he llegado a conocer de manera fugaz, que eso, aunado a mi muy mala retentiva para los nombres y las fisonomías de las personas, me ha provocado caer en situaciones algunas veces incómodas; sin embargo, siempre me va quedando en la memoria una que otra persona en la que encuentro verdadero talento; y es más, he llegado a utilizar los trabajos de estos escritores noveles para los nuevos talleres, algunos muy bien escritos, otros no tanto; pero, al fin y al cabo, lo que interesa es el germen.

Ahora bien, ¿qué se puede hacer para que siga escribiendo alguien que tiene talento? ¿A dónde se le puede enviar para que desarrolle su genio? ¿Qué buena orientación o qué buena idea se le puede dar, como no sea la de participar en certámenes literarios? Es claro que la cultura no es una de las prioridades de nuestros gobiernos. Y no me estoy refiriendo al de mi país, específicamente.

Nuestra gente talentosa debiera migrar, debiera irse a alguna otra parte en donde sea reconocido y apreciado el talento. Pero, ¿a dónde?

Este libro contiene los trabajos que fueron presentados por los participantes del Taller de Escritura Creativa, promovido y convocado por el Centro de Formación de la Cooperación Española en La Antigua Guatemala. La sorpresa, inesperada y un tanto perturbadora, fue saber que estaría participando gente de países fuera del mío. La tecnología facilita las cosas y permite llevar a cabo este tipo de eventos, impensables hace apenas pocos años.

Luego de las presentaciones y de los saludos de todos hacia todos, uno se va dando cuenta de que Hispanoamérica nos resulta más familiar y común de lo que cualquiera puede imaginar. Los mismos sueños, las mismas ilusiones y los mismos problemas. Y sin embargo seguimos caminando, creando nuevos mundos, soñando sueños que nos son familiares y luchando por expresar nuestros ideales y nuestras creencias.

Cuando uno sirve este tipo de eventos espera encontrar una que otra sorpresa. Estoy seguro de que todo lector avezado las encontrará, las apreciará y si no tiene prejuicios vanos, sabrá reconocer que en este muestrario hay un emporio de talentos.

Víctor Muñoz, Agosto 2022


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Personajes Ilustres de Huehue

Mi abuelo hablaba con pasión y amor de Huehuetenango, su pueblo. Describía lugares, personas y tradiciones con tanta devoción y melancolía, que yo crecí sintiéndome cercana a aquel departamento que sirvió de musa a poetas y músicos. Crecí añorando la mielita, la Pasión de Cristo en vivo, el frío de Los Cuchumatanes y el arte de la Iglesia de Chiantla. En mi mente pasaban, como imágenes de una película en blanco y negro, las calles y lugares concurridos de aquel soñado lugar; las noches de estreno en el Cine Lilí, el mercado de Minerva, el Parque Central con la música enamorando a sus habitantes; y personajes como Sergito, la Chatía y José Azzari vivieron en mi mente por mucho tiempo.

Mi abuelito falleció y aquellas narraciones de Huehue quedaron en el olvido, hasta hace más de un año que por cuestiones del destino conocí a don Franco y él trajo de nuevo a mis recuerdos aquel lugar de ensueño por el cual don Jorge Luis Ovalle Recinos suspiraba; y ahí entendí por qué la melancolía de querer regresar al lugar que lo vio nacer.

Ha sido un honor para mí editar y publicar las dos obras de este admirable ser humano, político, empresario, autor y ciudadano huehueteco; pero más honor me hace al pedirme escribir estas palabras para adelantarle a usted, querido lector, el contenido de las páginas de este nuevo libro, Personajes Ilustres de Huehue.

Este ha sido una galería que don Franco con esmero, paciencia y mucha investigación, ha recopilado para que aquellas personas que sobresalieron, queden inmortales en esta obra. Individuos que trajeron honra, prestigio y orgullo al pueblo de Huehuetenango; y que ahora merecen ser conocidos y validados por las nuevas generaciones, para que sirvan como ejemplo y aspiración, para continuar trayendo lustre a este admirable departamento.

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Un Viaje en el Tiempo

Mientras Franco recorre las calles de Huehuetenango, las imágenes se van mezclando con aquellas que él veía mientras paseaba en su bicicleta alquilada por don Horacio. Recuerda cuando corría por aquellas banquetas con sus hermanos Iván y Renardo. Ahora, dentro de su carro, acompañado de su hijo Francisco, va observando a través de la ventanilla a los cientos de personas con paso apresurado, sin poder reconocerlas; mientras que hace unos cuantos años atrás, se saludaban de nombre al toparse.

Estas calles, que alguna vez fueron vigiladas por don Pancho, el policía encargado de hacer sonar su gorgorito para tranquilizar al pueblo, ya dejaron de ser lo que fueron; pero Franco nos hace regresar en el tiempo con su novela «Así era mi Huehue, la Antesala del Cielo», y nos va narrando un escenario de encanto, donde vivió muchas aventuras y donde sucedieron historias dignas de ser inmortalizadas en papel.

Este libro es un viaje en el tiempo que hará a los lectores zambullirse en un pasado encantador, placentero y entretenido; conociendo personajes ilustres del pasado huehueteco y con la forma peculiar del autor de contar sus anécdotas, estoy segura que como yo, no despegarán los dedos de esas preciadas páginas llenas de historia.

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Corazón Roto

Así con el corazón roto como estaba, se levantó de su cama, caminó encima de la ropa sucia que tapaba la alfombra del suelo; arrastró su cansado cuerpo al baño, quiso sentarse sobre el inodoro, pero las rodillas le fallaron, el alma la botó. Se sentó en el frío azulejo blanco, descansó la espalda en la pared y con las rodillas recogiendo sus lágrimas, cerró los ojos y se imaginó hace veinte años, con los ojos cerrados bajo el sol, sobre la arena tibia y el sonido de las débiles olas de ese mar celeste que la vio sonreír. 

Recordó las manos ásperas sobre sus muslos y los labios suaves sobre su mejilla, las noches de verano con él, bajo las frías sábanas blancas donde se buscaban y se encontraban entre gemidos y suspiros. Sintió de nuevo el olor dulce que la rodeada cuando la abrazaba y ella se sumergía en esos brazos que la protegían del mundo, de las tristezas y desilusiones. 

Con los poemas de Bécquer despertó un sinfín de mañanas, entre besos y abrazos; y hoy despertaba con el dolor en su corazón, con las ganas de vomitar y con los ojos hinchados de llorar hasta quedarse dormida. Regresó a su cama, desordenada y sola. Y para regresar en el tiempo, abrió su gaveta de la mesa de noche, sacó su diario; un pequeño cuaderno blanco con negro, buscó entre las páginas marcadas con trazos morados y ahí estaban, un par de palabras que la regresarían al momento exacto donde fue feliz: Jueves 19 de noviembre de 2004.